Dada mi formación en Física, la profesión agente de patentes me parece el cruce perfecto entre mi trabajo académico, mi capacidad de redacción y mis habilidades lingüísticas. Dentro de Boult trabajo como Agente de Patentes de Reino Unido y Agente de Patentes Europeas, y formo parte de nuestro equipo de IA.
Mi trabajo con clientes de IA consiste principalmente en preparar alegaciones ante la Oficina Europea de Patentes. La tramitación de solicitudes de patentes de IA suele conllevar una mayor necesidad de explicar por qué la invención tiene carácter técnico y hay que trabajar duro para convencer a ciertas oficinas de patentes de que hay algo «más» que simples matemáticas: que la invención es, efectivamente, de tipo técnico.
Cada vez es más evidente que la IA puede transformar muchos sectores y crear nuevas oportunidades, lo que la convierte en un campo apasionante y dinámico. Trabajar con clientes que se dedican a la IA (o que se están orientando hacia este campo) abre la posibilidad de dar forma al futuro del Derecho en torno a esta tecnología.
Me resulta fascinante toda la controversia, tanto en el sector de la Propiedad Industrial e Intelectual como en general, sobre el uso de la IA para generar o modificar las creaciones protegidas por Propiedad Industrial e Intelectual. Por ejemplo, recientemente se han presentado varias solicitudes de patente en las que se designa a una IA (conocida como DABUS) como inventora. Los artistas también están preocupados por el uso de la IA para generar arte, en particular, por la cuestión de si el arte usado en conjuntos de datos de entrenamiento puede infringir sus derechos de PI. Este es otro tema complicado que posiblemente requiera un conocimiento detallado de la legislación sobre derechos de autor para determinar si una IA puede crear una obra «original» y si una «parte sustancial» de la obra de otro artista aparece en el arte generado por la IA. Tengo ganas de ver cómo evoluciona el Derecho a medida que se profundice en estas cuestiones.